Escrito por Roberto Fernández
Planteó que la extracción de aguas subterráneas y su posterior devolución al río afectaría su caudal y su balance térmico. Advirtió, además, que el uso de acuíferos subterráneos tendrá efectos a kilómetros de distancia.
Su preocupación por los eventuales impactos ambientales del proyecto termoeléctrico Octopus, que se prevé desarrollar en Bulnes, manifestó el hidrólogo de la Universidad de Concepción, José Luis Arumí, quien es experto en interacciones de aguas superficiales y subterráneas y ha desarrollado una prolongada investigación en el río Diguillín, en cuya cuenca se instalará el proyecto energético. Este año, además, asumió como decano de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción.
Como se ha informado ampliamente, la proyectada central termoeléctrica a gas natural que pretende desarrollar un consorcio formado por dos empresas chilenas y dos norteamericanas, se construiría en el sector Los Tilos, y su funcionamiento demandará un uso intensivo de agua, que podría obtener a través de captaciones subterráneas.
Pese a que aún no presenta el respectivo estudio de impacto ambiental (EIA), han surgido voces críticas y también a favor respecto de su instalación, destacando los eventuales impactos ambientales por la emisión de contaminantes a la atmósfera y también por el uso de aguas. Es por ello que las comunidades rurales próximas a Los Tilos, empresarios agrícolas y el Concejo Municipal de Bulnes (incluido su alcalde) han expresado públicamente su rechazo a la iniciativa.
Extracción de aguas
Respecto del uso de aguas, el académico explicó que este tipo de proyectos puede usar diferentes tipos de tecnologías que podrían significar, por una parte, que se use un caudal importante de agua del río, lo que consideró poco factible, por la baja disponibilidad de aguas superficiales, o bien, desde varios pozos profundos construidos alrededor de la planta, alternativa más probable según Arumí.
“Este caudal sería devuelto al río incrementando su caudal, pero afectando seriamente su balance térmico, pues incorporaría aguas de mayor temperatura al río Diguillín (y al Itata) lo que impactaría significativamente al ecosistema de ambos ríos. Como la extracción de un importante caudal de aguas subterráneas afectará seguramente a los pozos vecinos y al propio río Diguillín, la mejor solución desde el punto de vista técnico sería volver a inyectar las aguas de enfriamiento al acuífero”, planteó el profesional.
La otra opción tecnológica mencionada por el investigador, y que señala como más probable, “es que la planta use un sistema de recirculación que minimizaría la extracción de aguas subterráneas y la devolución de aguas calientes al río. Ésta es una opción que creo más lógica, y que debería considerar este proyecto”, manifestó.
Acuíferos subterráneos
En el caso de que el proyecto considere una gran extracción de aguas subterráneas, el profesional se adelantó a aclarar que el efecto de un pozo de gran caudal en un acuífero confinado se puede propagar muchos kilómetros.
“En los últimos años hemos desarrollado un importante proyecto de investigación sobre la cuenca del río Diguillín, que nos ha permitido conocer detalladamente su hidrología y geología. Además, en la zona de Los Tilos existen varios registros de estratigrafía de pozos. Todo lo anterior me permite definir que en la zona existen, a lo menos, dos depósitos de aguas subterráneas ubicados uno bajo el otro, separados por capas de material impermeable”, explicó el académico.
Precisó que el acuífero superior está formado por los rellenos del valle central, que recibe aguas de infiltración de lluvias, de canales, de excesos de riego e infiltración desde los esteros de la cuenca. “Este acuífero drena hacia el río Diguillín en la zona de Los Tilos, produciendo las recuperaciones que posee este río. Los pozos de menos de 50 metros de profundidad obtienen aguas desde este acuífero”, añadió.
En tanto, el acuífero inferior, también llamado “acuífero confinado”, está ubicado a más de 50 metros de profundidad. Arumí sostuvo que éste no está conectado directamente con el río Diguillín y está conformado por depósitos antiguos de gravas y arenas que reciben agua desde las zonas de recarga ubicadas en la cordillera de los Andes. Precisamente, los pozos de mayor productividad sacan agua desde este depósito.
Riesgos
Frente a estos escenarios, el profesional advirtió que una extracción masiva desde estos acuíferos producirá un desbalance inmediato en el sistema, afectando a los pozos cercanos y al río Diguillín, “pues éste recibe aguas desde el acuífero superficial. Por ejemplo, el canal El Carmen recibe sus aguas en verano que provienen de descarga de aguas subterráneas (recuperaciones del río)”.
Agregó que “en el caso de la explotación del acuífero inferior, la interferencia de un bombeo masivo se puede transmitir por varios kilómetros, pues se propaga a través de un cambio de presión en el sistema confinado. Por lo tanto, una operación conjunta de varios pozos con el fin de abastecer la planta térmica podría afectar tanto al río Diguillín como a pozos ubicados a varios kilómetros de distancia”.
Debido a lo anterior es que Arumí afirmó que se debe monitorear el comportamiento de los pozos, llevando un registro permanente del nivel y el caudal que se extrae, “para poseer la información que permita evaluar el efecto futuro de la construcción de este proyecto u otro similar”.
Fuente
http://www.diarioladiscusion.cl/index.php/economia/entertainment-news1928273029/agricola1133958221/26266-experto-advierte-eventual-impacto-de-central-octopus-en-el-rio-diguillin
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